Aprendizaje vicario: aprender imitando
Habitualmente, consideramos el aprendizaje como una actividad que realizamos de forma individual, ya sea estudiando, escuchando o haciendo acopio de información.

Sin embargo, no es esta la única forma en que aprendemos. Cuando somos niños, todo lo aprendemos observando a los demás, imitando sus conductas, acciones, etc., y durante toda nuestra vida mantenemos esa cualidad de aprender observando a los demás y a través de la experiencia de otros, gracias a lo que se conoce como aprendizaje vicario.

Este concepto fue propuesto por primera vez por el psicólogo Albert Bandura en 1977, dentro su Teoría del aprendizaje social en 1977, en la que desvelaba la capacidad de los seres humanos de aprender siguiendo los modelos vistos en otras personas con las que el aprendiente tiene una relación estrecha.

A través de la observación de los otros, también observamos las consecuencias positivas o negativas de las acciones de los demás, y las integramos como si fueran experiencias propias. Cuando somos niños, si observamos que un amigo o hermano es premiado después de realizar una buena acción, tenderemos a imitarla, pero si vemos que es castigado después de hacer una trastada, evitaremos dicho comportamiento, y esto mismo lo haremos cuando somos adultos.

Uno de los requisitos para que se dé este aprendizaje es la atención, ya que cuanta más prestemos, mayor será el aprendizaje. Por ello, aprenderemos más en las situaciones nuevas, en aquellas en las que están implicadas personas que son importantes para nosotros o en situaciones relacionadas con hechos o actos que son importantes para nosotros.

La retención y la reproducción, es decir, recordar e imitar lo que hemos aprendido también es esencial para que se produzca el aprendizaje. De este modo, se irá interiorizando más, y el aprendizaje será mayor.