
El acoso escolar o bullying es una problemática cada vez más extendida en las aulas que repercute tanto en la personalidad del niño, como en su rendimiento académico. El acoso intimidatorio tanto físico como psicológico ha existido siempre, sin embargo, en los últimos años se está dando de una forma mucho más frecuente y violenta, y ya no sólo entre los alumnos sino también hacia los profesores.
En estos casos conviene actuar cuando antes para evitar males mayores. Lo mejor para prevenir y evitar las consecuencias de este tipo de agresiones es la inmediata intervención de los padres, profesores y profesionales expertos en psicología infantil.
Este acoso puede presentarse de tres maneras distintas, el acoso físico y el de carácter psicológico, como por ejemplo hacer gestos groseros, enviar notas ofensivas, aislar o ignorar al niño en cuestión. En general este tipo de acoso sucede en los primeros cursos de la ESO y a medida que avanzan los años, las agresiones disminuyen. Normalmente, los casos de bullying suelen ser más frecuentes entre los varones.
Para saber si un niño está sufriendo las consecuencias del escoso escolar hay que fijarse en diversos aspectos. En primer lugar, el signo más evidente suele ser el bajo rendimiento escolar del estudiante, además de un cambio en su personalidad.
En ciertas ocasiones el centro escolar también es responsable de esta situación, la falta de coordinación y colaboración por parte del profesorado, el intrusismo profesional o la permisividad de algunos profesores pueden ser también factores que provocan el acoso escolar.
Las consecuencias del bullying pueden ser por ejemplo el fracaso escolar, la ansiedad anticipatoria o incluso fobia al colegio, todos estos aspectos son determinantes a la hora de desarrollar la personalidad del alumno. Por lo tanto, conviene reconocer a tiempo este acoso y ponerle freno cuanto antes, ya que sin lugar a duda repercutirá en sus futuras relaciones sociales.































































